Detesto que me pase eso, y no se puede evitar.
Vas por ahí muy quitado de la pena: caminando, surfeando el internet, entrando a un elevador. Y de repente te asalta una música que odias.
No les voy a dar ejemplos porque luego me los voy a imaginar y me va a pasar exactamente eso que detesto: porque esa canción que odias es extremadamemte pegajosa y empieza a rebotar por todas las paredes de tu cerebro, como un mosquito que te despierta a las 3 de la mañana, te hace perder el sueño y no lo puedes pescar por más almohadazos que le avientes.
Es o.dio.so.
Lo bueno es que con los años he perfeccionado una técnica, si no para atrapar mosquitos (sigo trabajando en ella), sí para quitarme melodías abominables de la cabeza.
Por supuesto que mi lector adivinará: no hay nada más sencillo que meterte otra melodía en la cabeza; una que amas desde hace años, que es igual de pegajosa, y que no te importa tener rondando dentro de tu cráneo por el resto del día. Así que la técnica no tiene nada de secreta: sólo escribí todo eso para compartirle mis dos melodías preferidas para realizar esta maniobra de extirpación acústica cuando me asalta una de esas tonadas aborrecibles:
Magnum, Les morts dansant
El álbum On a Storyteller’s Night (1985) es un a joya tristemente olvidada del mejor rock melódico de los 80s, y Les Morts Dansant no es sólo una excelente melodía, sino que cuenta los últimos momentos de un soldado juzgado por deserción y a punto de ser fusilado. El narrador describe a quienes están a punto de dispararle (gather round reluctant marksmen, one of them to take his life); al soldado que acepta su suerte sin amargura (with a smile he gives them pardon); y cómo todo momento, por más lúgubre que sea, sigue siendo efímero (when the field has become a garden... who would think, who would guess).
Dvořák, Sinfonía No. 9, cuarto movimiento
La “Sinfonía del Nuevo Mundo” (1893) es la obra más conocida del compositor checo. El cuarto movimiento tiene una actitud grandiosa y brillante, y además el apellido de Dvořák es tan sonoro (se pronuncia “vorshák”) que lo repito en voz alta en mitad de pensar/cantar la melodía.
También ayuda que ha sido ejecutada como rock y su más reciente encarnación es magnífica: en la canción Samson and Delilah, en el último álbum del grupo alemán Accept, Too Mean to Die (2021). A partir del minuto 47:44.
Con esto se sale de la cabeza hasta el jingle más pintado.
Jeje, es justo lo que hago también. Qué manera de adaptar musica clásica al rock.
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