lunes, 25 de noviembre de 2019

Nos estamos volviendo locos

A ver señores, orden en la sala por favor.
El ruido es ya ensordecedor. Las declaraciones delirantes, se suceden diariamente desde el púlpito mal llamado mañanera, y se convierten en la orden del día para estar vociferando y olvidándonos de lo importante. Si tomáramos la mitad del tiempo que dedicamos a criticar esas sandeces en Twitter o a lado de la máquina del café, y lo empleáramos para ayudar a conectarnos, o a respaldar un proyecto local de una ONG, o simplemente a terminar esos reportes que le debemos al jefe, estaríamos mucho mejor. Y seguramente menos estresados.
Que si fue el Estado o que si no lo fue, es la más reciente burrada que nos hace poner el grito en el cielo.
Cierto que yo mismo critico el mal uso y el abuso del lenguaje, y que repetidamente he dicho que los regímenes autoritarios lo distorsionan para crear sus realidades. Tengo meses denunciando el #GansoSpeak de la 4T como un intento de crear un nuevo lenguaje repleto de eufemismos, equívocos, sustituciones tramposas y retórica divisiva. Lo seguiré haciendo.
Pero esta vez no es el caso.
El caso es que nos estamos volviendo locos y deberíamos serenarnos y ver las cosas por lo que son. Y seré el primero en admitir que yo también me aventé como gorda en tobogán cuando vi el encabezado: “el presidente dice que siempre no fue el Estado.” Así que ni tardo ni perezoso puse un par de tuits sarcásticos para aprovechar el trending topic y ver si eso me ganaba un par de seguidores, que es nuestra moderna moneda de cambio en el ciberespacio. Dime cuántos seguidores tienes…
Pero estoy divagando. Aquí está lo importante:
En la imagen están las palabras del presidente. Hay videos. Los podemos estudiar. Ahí no dice que “no fue el Estado”, o por lo menos no de la forma que medio Twitter lo interpretó, como si estuviera echándose para atrás después de años de decir que sí fue el Estado.
Respiren.
Lo que dijo en ese mítin, lo que está ahí escrito en la transcripción, es una sandez. Es una incoherencia que no debería merecer atención ni miles de horas hombre de desgarrarse las vestiduras. Fue, como se dice en inglés, un brain fart, o una cantinfleada. Cierto que lo que implica es tétrico, pero no dijo lo que todo mundo dice que dijo.
Aquí va.
Lo que está diciendo, que es una incoherencia, es esto: primero, que es difícil saber quién es el culpable cuando hay un crimen de Estado. Claro, porque el Estado no se quiere investigar a sí mismo. Hasta ahí todo bien. En ningún momento deja de implicar explícitamente que el caso Ayotzinapa haya sido perpetrado por quienes siempre ha dicho.
Lo que hace es decir que ahora, como él es el Estado, sí se puede saber quién fue, simplemente porque ahora el Estado —o sea él— es bueno. Desde luego que eso es una burrada a todas luces, y no tiene ningún sustento ni legal ni lógico. Es una revoltura retórica grotesca que no deja de implicar quién fue, pero abandona un término crucial, sólo para decir que ahora sí se puede saber quién fue.
Pudimos haber dicho, “otra cantinfleada más”, así como cuando le preguntaron del desabasto de gasolina y se puso a hablar de tortilleras. Pero elegimos tomar unas palabras mal dichas —sustentadas en una visión eminentemente voluntarista y torpe del gobierno— y torcerlas para ajustarlas a una narrativa que nos place: la que dice que un día dice algo y al día siguiente dice lo opuesto.
Que sí es verdad, pero esta vez no fue así. Sé que esta opinión no va a ser popular porque ya pasó un día completo de estar todo Cristo denunciándolo alegremente.
Ahora bien, no sé cómo va a terminar este nuevo episodio: quizá dé una corrección más estrambótica todavía en su siguiente conferencia de prensa. Pero es irrelevante cómo acabe; lo que sí sé es que dentro de pocos días habrá otro nuevo episoio que nos hará olvidar a éste. Así como hemos olvidado lo de:
“Si se pasan ya saben lo que les pasa”
Una señora arrodillada frente a él y su gabinete por más de un minuto
“La gente es como mascotas que hay que alimentar”
“Los médicos y enfermeras deben comprar las medicinas que falten”
“El narco es pueblo”
Y un largo, larguísimo y deprimente etcétera.
Este alud de barbaridades nos está volviendo locos. Serenémonos. Respiremos. Hay cosas más importantes que palabras mal dichas. Cierto que este abuso del lenguaje tiene que ser constantemente criticado y rechazado, pero esta vez no fue lo que creímos que fue.
No gastemos tanta energía en protestar como pollo descabezado. Lo mismo va para la marcha del 1 de diciembre, pero eso amerita un post aparte.

   

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