domingo, 10 de febrero de 2019

Educación para 1300 Millones – Li Lanqing

Comparto aquí mi traducción al español de la introducción y el capítulo 1 del libro “Educación para 1300 Millones”, de Li Lanqing, el Ministro de Educación que presidió sobre el arranque de la primera parte de la titánica reforma educativa china, en el periodo 1993-2003. Es un texto imprescindible de política educativa moderna de gran calado. La reforma está hoy en su tercera década, subrayando la fundamental importancia de la planeación a muy largo plazo.

Li, Lanqing. Education for 1.3 Billion: on 10 years of education reform and development. Foreign Language Teaching and Research Press/Pearson Education.  Beijing, 2004.

 
Introducción

China ha logrado avances impresionantes en su desarrollo en años recientes: de ser una sociedad que tan sólo podía proveer a su gente con las necesidades más básicas, ha llegado a dar los primeros pasos en el camino a convertirse en una nación próspera. Este es un cambio de importancia histórica, y es justo decir que el ritmo de progreso social y económico de China ha asombrado al mundo desde que arrancó.

Pero entre todos sus empeños, la reforma educativa es sin duda la que ha conseguido algunos de los resultados más sobresalientes. Basándose en su periodo de reanudación y expansión de los 80s y principio de los 90s, la educación avanzó con gran rapidez entre 1993 y 2003, una década trascendente que incluyó avances que marcaron hitos en la historia de China. La educación básica elevó de forma sin precedentes el nivel de alfabetización de la población, basada en los dos pilares de la educación obligatoria de nueve años, y el programa de eliminación del analfabetismo. Además, los sistemas nacionales de educación vocacional y educación para adultos tomaron forma y cristalizaron, mientras que la educación superior ha tenido también sus propios avances y reformas de fondo. La enseñanza a su vez se ha modernizado, enfatizando el desarrollo de las cualidades de los alumnos –haciendo la formación de valores tan importante como la adquisición de conocimientos, un enfoque que ha tenido una amplia aceptación en la sociedad– e incorporando el uso de las nuevas tecnologías de la información de manera extensiva en las aulas. La profesión del maestro ha recuperado también su alta estima tradicional gracias a las mejoras en sueldos, beneficios y estatus social. Por otra parte, la educación privada ha experimentado también una explosión reciente y participa con éxito en todo el proceso educativo. Se han llevado a cabo una gran cantidad de programas de intercambios y colaboración activa con entidades internacionales –lo que ha brindado enormes beneficios a la competitividad del alumnado chino– y el marco legal para el sistema educativo ha sido constituido y consolidado.

Durante la década pasada, se han casi resuelto una gran cantidad de problemas de largo cuño y que parecían insolubles; otros permanecen como asignaturas pendientes, pero por lo menos se han creado las condiciones para analizarlos y resolverlos en el futuro previsible. El gasto nacional en educación ha aumentado a un ritmo promedio del 20% anual, llegando a 540 mil millones de Yuan (aprox. 66 mil millones de USD) en 2002, lo que equivale a cinco veces el gasto realizado en 1993. Los créditos presupuestarios para este rubro también han aumentado alrededor de 19% año con año, llegando a 311 mil millones de Yuan (casi 38 mil millones de USD) en 2002: de nuevo casi cinco veces el total de 1993. Para finales del siglo XX, la educación obligatoria de nueve años llegó a ser de aplicación prácticamente universal y el analfabetismo fue virtualmente erradicado entre los jóvenes y los adultos de edad media, mientras que la educación secundaria se expandió de forma importante. A partir de 1999, las instituciones de enseñanza superior han enrolado a un número creciente de alumnos cada año y en 2002 se llegó a la cifra de 16 millones de alumnos en diversos puntos de avance en este sector educativo, de los cuales 9.03 millones pertenecían a universidades regulares. De acuerdo a las estadísticas de la UNESCO, el número de alumnos estudiando en escuelas de educación superior en China es el más alto del mundo. En diez años solamente, las reformas implementadas al sistema han cambiado radicalmente el rostro de la educación en China.

El PCC ha sido responsable del éxito de la implementación de estas reformas, que fueron llevadas a cabo por medio de políticas públicas escalonadas. Las decisiones tomadas a lo largo de este proceso incluyeron desde la afirmación de la Educación como prioridad y el diseño de estrategias para la implementación del pensamiento científico, hasta la formulación puntual de los marcos legales necesarios para su ejecución. Se consideraron todos los aspectos para hacer de esta una reforma y una política integral, incluyendo la asignación de recursos para poder fondear cambios drásticos al sistema, la priorización de la alfabetización y la educación en áreas rurales, la obligatoriedad de la educación básica, el plan de expansión de inscripciones para la educación superior, el apoyo a la capacitación continua de los docentes, y la inclusión de la enseñanza de valores. Todos y cada uno de estos puntos fueron jerarquizados e instrumentados de manera que el proceso de reforma y modernización alcanzara el éxito que ha logrado en el periodo de una década.

¿Cómo se tomaron esas decisiones? ¿Cómo se implementaron? Estas son preguntas que intrigan no sólo a educadores sino a gente de todas las profesiones. En Educación para 1300 Millones se describe la forma en que se definieron las grandes políticas, cómo el autor –como actor principal de tales cambios– lidió con los enormes retos que tal reforma presentaba, y cuáles son sus opiniones acerca de los grandes temas de la educación en China.



I.          Intendente de la Educación Nacional

En 1978 China adoptó la Política de Apertura y colocó el desarrollo económico como el tema de más alta prioridad en su agenda. Desde el principio, la educación ha figurado de manera prominente en las estrategias de modernización, y ha visto sus esfuerzos reformistas coronados por éxitos desde ese entonces. A principios de los 90s, China se vio inmersa en un mundo de rápidos cambios, donde la ciencia y la tecnología avanzaban a pasos agigantados, la economía del conocimiento se afianzaba en el mundo y la competencia internacional se hacía más intensa. Al interior del país, la ‘Economía Socialista de Mercado’ propia de China empezó a despegar notoriamente, y la demanda de mano de obra calificada empezó a tener un rol más prominente dentro del desarrollo económico. Este ambiente significó una oportunidad para la educación, desde luego no exenta de grandes retos. Los viejos problemas educativos se acentuaron, presionando al sistema para poder formar adecuadamente a la gente que pudiera dar forma a este sistema socialista-mercantilista que se había estado gestando. El obstáculo más grande seguía siendo la inadecuada asignación de fondos, de modo que el gasto realizado realmente no era suficiente para seguir el ritmo de las necesidades objetivas del país. Los salarios de los maestros eran muy bajos y con frecuencia se atrasaban, y sus condiciones generales de vida no eran las mejores, siendo uno de los mayores problemas la insuficiencia de vivienda disponible para ellos. Todos estos problemas demandaban acciones rápidas y decisivas para poder avanzar.

En 1992, el presidente Jiang Zemin apuntó que “la educación debe ser una prioridad estratégica y el país entero debe esforzarse por elevar los estándares en la enseñanza de la ciencia, la cultura y la formación de valores. Esta es una política fundamental para llevar a cabo la modernización de China.” A partir de este pronunciamiento, se promulgaron en 1993 el Programa para la Reforma y Desarrollo de la Educación y la Ley General de los Maestros, y en 1995, la Ley General de Educación. También en 1995, durante la Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología, el presidente anunció la estrategia para la renovación del país a través de la ciencia y la educación. Estas definiciones de políticas nacionales sentaron las bases para atacar de frente los problemas del sistema educativo, inaugurando un importante periodo de cambios y mejoras.


1.1        Tomando la batuta de la educación nacional

En 1993, usted fue designado Viceprimer Ministro del Consejo Nacional, a cargo de la educación. Sin embargo, por 40 de sus 50 años de vida pública, ha estado más bien involucrado con temas económicos. ¿Cuál fue su reacción al recibir la responsabilidad de manejar la educación?

Cuando en 1993 se asignaron las responsabilidades en el Consejo Nacional, el Primer Ministro Li Peng me pidió hacerme cargo de la educación, además de mi trabajo en los temas de economía y comercio; por supuesto, me sentí sorprendido y preocupado. Sorprendido porque yo era un completo extraño en el ámbito de la administración educativa, y preocupado porque sentía que mis habilidades no estaban a la altura de una responsabilidad tan enorme, en un área tan fundamental para el destino de China. Había escuchado de mis colegas la larga lista de problemas espinosos que esta tarea representaba, y los más avezados en el tema frecuentemente se referían al tema como ‘querer que el caballo galope sin darle de comer’, en referencia a la falta crónica de recursos para el ramo. Añádale a esto el hecho de que casi cualquiera al que se le pregunte se considera un experto en educación, y las opiniones en referencia a las decisiones que se toman son casi siempre muy críticas. Algunos colegas incluso mencionaban la educación, junto con la transformación de las empresas estatales, como los dos problemas más endiablados que China debía afrontar, y que tomarían generaciones para resolverse. Había muchos puntos de vista similares en ese momento, y con gran trepidación, le pedí al Primer Ministro que reconsiderara su decisión. Él me contestó que cambiarla era en extremo difícil, ya que todos los otros tres ministros de mi nivel tenían sus tareas asignadas y estaban copados por ellas. De modo que después de mucha reflexión, le escribí una carta diciendo, “Si en verdad no hay otra opción para llenar este puesto, haré mi mejor esfuerzo, y haré lo posible por aprender tanto como pueda en el proceso. Estoy consciente de las grandes dificultades que existen y del enorme esfuerzo que se necesitará para resolverlas.” Así pensaba en ese preciso momento, pero una vez que acepté el puesto, dejé de obsesionarme en las dificultades que se me presentaban y en mis propias habilidades limitadas, y sólo me concentré en pensar la mejor manera de afrontar el trabajo.

China tiene una larga tradición de respeto hacia los maestros y de estimación por la enseñanza: Confucio, el educador por excelencia y reconocido con el título de ‘Gran Sabio y Maestro’, vivió y enseñó durante el periodo llamado ‘Primavera y Otoño’ hace ya más de 2,500 años. Cuando yo era niño asistí a una de las escuelas de estilo extranjero que había en aquel entonces, pero cuando más tarde –durante las vacaciones de verano y de invierno– asistía a una escuela tradicional para estudiar los clásicos confucianos, aprendí uno de los rituales diarios: una reverencia respetuosa ante el memorial de Confucio. Guan Zhong, un muy ilustrado Primer Ministro de ese periodo, acuñó la frase, “Si tienes un año, lo más importante es cultivar el grano; si tienes diez años, lo más importante es cultivar los bosques; si tienes una vida, lo más importante es cultivar a los hombres.” Ese respeto por los maestros y por la educación es algo profundamente grabado en las almas de la gente de mi generación.

Una vez afirmé ser un lego en temas educativos. Pero al reflexionar sobre esto, más bien precisaría que soy en efecto un lego, pero uno que da gran importancia a los temas educativos. Aunque nunca fui un ministro relacionado con la educación, mis décadas de experiencia como funcionario en otras áreas me llevaron a tener esta firme convicción: que nada es más importante, ni de lejos, que tener gente competente. Sin gente competente, nada se puede lograr.

Para ese entonces, era ya un viejo lobo en asuntos de economía, así que referiré aquí algo de mi experiencia. En 1952 me gradué de la Universidad de Fudan y me dirigí a la ciudad de Changchun en el noreste, donde tomé un puesto en lo que sería la Primera Región Automotriz de China. En ese entonces, nadie en China había construido nunca un automóvil, ni sabían lo que implicaba la producción en masa de este tipo de producto. Sin embargo, nos tomó tres años, desde la colocación de la primera piedra en 1953 y hasta 1956, en construir una de las primeras fábricas modernas del país. No sólo eso, sino que, partiendo de cero, pusimos en el mapa una ‘ciudad automotriz’ y arrancamos lo que con el tiempo sería la industria automotriz china. Hubo muchos factores que contribuyeron a este logro: el involucramiento directo del gobierno central en el proyecto, el entusiasmo de oficiales y de la población en general por construir eso que llamábamos la Nueva China, y la asistencia de la URSS, por nombrar sólo tres. Pero dicho lo anterior, mi convicción es que el factor que tuvo un impacto más importante fue la importancia dada a la asignación de gente experta y capaz, y el cuidado que se dio a la capacitación y la asignación de puestos de trabajo.

Durante la fase de preparación de la planta, el gobierno central reunió un gran número de administradores e ingenieros sobresalientes de todo el país, incluyendo especialistas recién regresados de estudiar en el extranjero, y profesionistas recién graduados: era un grupo de mucho y diverso talento. A medida que las actividades de construcción física avanzaban, había en paralelo un programa incesante de capacitación para los obreros y el personal administrativo: oficiales enviados por diversos ministerios, e incluso del ejército, eran recibidos y poco a poco convertidos en expertos en el tema, educándolos en conocimientos y habilidades nuevas. Jóvenes recién graduados fueron admitidos en el proyecto y animados a actualizarse en sus conocimientos a toda velocidad, mientras que los obreros reclutados pasaban por estrictos programas de capacitación. Más de 500 administradores, técnicos y obreros calificados fueron enviados a estudiar a la URSS, y para compensar por la insuficiencia de maestros, empleamos expertos rusos para dar capacitación in situ. Incluso alentamos a aquellos que habían estudiado en el extranjero a tomar el podio, siguiendo el principio de que todo aquél que sabe un poco más, debe enseñar a los que saben menos. En horas normales de trabajo, el personal llevaba a cabo las tareas de construcción, pero casi la totalidad del tiempo libre se dedicaba al estudio. La planta era virtualmente una ‘fábrica de conocimiento’: el objetivo era formar expertos tanto como construir autos, y este enfoque permitió no sólo terminar el proyecto y arrancar la producción en los plazos establecidos en el plan, sino además enviar a una gran cantidad de personal –ahora calificado– a otros sitios industriales en el país. Comparando este enfoque con los dislates de años posteriores, nos podemos dar cuenta de lo importante que es el fomentar el conocimiento, y el grave daño que pueden ocasionar políticas que hacen a un lado a los intelectuales y los expertos de cualquier área.

A principios de los 70s comenzamos la construcción de la Segunda Región Automotriz, cuando la mayoría de las escuelas aún permanecían cerradas debido a las tragedias de la Revolución Cultural (1966-1976). ¿De dónde íbamos a sacar a las personas capacitadas que necesitábamos? Para empezar, obtuvimos el apoyo de la Primera Región y trajimos a cuanto graduado universitario pudimos encontrar. Además de esto, nosotros mismos abrimos un ‘colegio de obreros’ en colaboración con algunos institutos en la ciudad de Wuhan, para poder capacitar técnicos y personal administrativo. Como presidente de este colegio, designé a un graduado de la Universidad de Tsinghua, quien más tarde llegaría a convertirse en jefe de ingenieros de la región automotriz. La fábrica se construyó en estas circunstancias adversas.

A finales de los 70s, fui parte de una mesa de negociaciones que, en colaboración con Alemania, acordó importar tecnología automotriz a China. La gente de Mercedes-Benz nos dio esta lección de historia: su planta había sido prácticamente destruida durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, pero en pocos años habían logrado construir una planta aún mejor, y la principal razón detrás de este logro había sido que los antiguos empleados habían regresado y participado en la reconstrucción.

Mi vida laboral me enseñó esto: que para poder lograr ejecutar una política pública en cualquier lugar, hay que depender por entero en la competencia de la gente involucrada, y saber que sin ellos, aún los más altos principios y las mejores estrategias quedarán en nada. Como dice un antiguo proverbio chino, “Los principios más sagrados pueden ser distorsionados por un mal monje”. Nuestro gobierno se ha esforzado en delinear principios y políticas públicas adecuados, pero sin gente calificada no podemos implementarlos, y aún se puede acabar estropeándolos por completo. La llave de todo éxito está en contar con gente experta y, ¿cómo se desarrolla esta gente? A través de la educación, por supuesto: por eso no puede ser otra cosa que una prioridad estratégica. Soy un apasionado de este tema, y por esta razón decidí dedicarme en cuerpo y alma a la tarea, y tal vez, llegar a ser digno de la alta responsabilidad que me fue encomendada por mi país.



1.2        Empezando por lo básico para ser un buen intendente

¿Cómo fue que arrancó con su puesto de Ministro de Educación?

Lo primero, desde luego, fue ponerme a estudiar. Recuerdo que durante los primeros meses, tras haber tomado el puesto, en 1993, organicé por lo menos 20 juntas de todo tipo. También visité muchos tipos de escuelas, en una especie de ‘tour de reconocimiento’, para poder escuchar las opiniones en el campo y poder basarme en las circunstancias más actuales.

Escuché, por ejemplo, que había muchos problemas en las áreas montañosas de la provincia de Yunnan, en el suroeste, de modo que quise ir a ver esos problemas por mí mismo. El gobernador de aquel entonces, He Zhiqiang, y algunos otros oficiales, trataron de disuadirme diciéndome que los caminos eran malísimos y el transporte era casi imposible, pero les contesté que así fuera en bicicleta o a pie, pero teníamos que ir. Finalmente accedieron y llegamos a la Primaria Mengkuan, en un distrito llamado Jinghong, cerca de la región sureña de Xishuang Banna que está poblada mayormente por la etnia Dai. Era una escuela estilo internado. Los salones de clase que rodeaban el patio principal estaban en muy malas condiciones por años de descuido, y las camas de madera en los dormitorios no tenían nada que las cubriera. Perplejo, pregunté a los maestros por qué no había ropa de cama, a lo que me respondieron que nadie se quitaba la ropa ni usaba sábanas porque todo el edificio goteaba y cuando había lluvia, humedecía todo. Los aposentos de los maestros no eran mejores que estos, y aunque la escuela quería hacer reparaciones, no había dinero con qué llevarlas a cabo. Les pregunté la cantidad que necesitaban para eso y me respondieron que el costo estimado era de 450,000 Yuan (USD $55,000).

Ahora que habíamos visto la situación con nuestros propios ojos, no podíamos alegar ignorancia. Me volví con los oficiales del Ministerio de Educación, del gobierno provincial y del gobierno local que me acompañaban, y les dije que, siendo las tres autoridades responsables, cada organismo debería contribuir con un tercio de la cantidad requerida para las reparaciones. Realmente me sentí conmovido ante la dedicación de los maestros en circunstancias tan adversas, y les dije, “Hemos visto las dificultades por las que pasan y en verdad vemos que son muy pobres, pero su profesión es noble, y les aseguro que a medida que China progrese económicamente, la profesión será más admirada y respetada”. Esa fue mi primera experiencia importante como Ministro de Educación, y dejó una honda huella.

Después de una serie de seminarios, reuniones y otros viajes de inspección, empecé poco a poco a tener un entendimiento más profundo –tanto en lo teórico como en lo práctico– de los retos que afrontaba. En ese momento el gobierno acababa de promulgar el Programa para la Reforma y Desarrollo de la Educación. Yo había participado en algunas discusiones durante la fase de redacción del borrador y había expresado mis opiniones, basadas en lo que entendía en ese entonces, pero ahora como encargado del ministerio lo entendía más a cabalidad, y me daba cuenta de que me proporcionaba excelentes guías para facilitar mi planeación en la parte estratégica.

Cuando Deng Xiaoping asumió el mando de China después de la Revolución Cultural, se puso inmediatamente a rectificar lo mal hecho y regresando el país a la normalidad civil, y este proceso benefició grandemente el sector educativo. En sus Obras Escogidas hay más de 70 ensayos que discuten este tema, mismos que retomé e imprimí en forma de libreto para poder estudiarlos con detenimiento. En particular me emocionó la imagen que escoge al autoproclamarse un ‘intendente’ al servicio de aquellos que trabajan en las ciencias, el desarrollo tecnológico y la educación, y de inmediato adopté esta imagen para mi trabajo. Si alguien en su posición estaba dispuesto a llamarse ‘intendente’, ciertamente no tenía yo excusa para no hacer lo mismo, y convertirme en ‘intendente’ de la educación.

Para resumir, empecé mi misión investigando y estudiando. No tenía otra intención que ser un buen intendente, que sirviera en su puesto de forma eminentemente práctica.


1.3        Salario, vivienda y capacitación para los maestros

Después de este periodo de estudio ¿cuáles encontró que eran los problemas más urgentes?

Encontré una larga lista de problemas que clamaban por ser resueltos, pero lo más urgentes eran, en este orden: salario, vivienda y capacitación para los maestros. Los tres estaban interrelacionados, e influían directa o indirectamente en el nivel de vida de los docentes. En esos momentos el problema más evidente era la falta de estabilidad en la profesión: debido a los bajos salarios, la gente no deseaba permanecer ahí, o bien se rehusaba desde un principio a convertirse en maestro. Los salarios de los funcionarios públicos en general eran muy bajos, pero los de los maestros eran aún menores y había quejas generalizadas por los ínfimos estándares de las viviendas que les eran asignadas. Y encima de todo esto, estaba el persistente problema de los maestros de escuelas comunales, que recibían la paga más baja de todas. Con las cosas así, ¿cómo se podría pedir estabilidad en la profesión? Un sistema robusto necesita de sus maestros, pero sin la estabilidad y continuidad necesarias, la tarea educativa se convierte en una propuesta punto menos que imposible.

Recuerdo muy bien un problema que tuve que afrontar al poco tiempo de asumir el puesto, en 1993: el tesoro debía a los maestros de primaria y secundaria la cantidad de 1,400 millones de Yuan (170 millones de USD). Esto me hizo sentir una profunda sensación de culpa; sus salarios eran miserables, y ni siquiera eso les podíamos dar a tiempo. ¿Cómo podíamos pensar en mantener el sistema en el futuro?

Mala vivienda, bajos salarios, ausencia de fondos… ¿Y cómo estaban las cosas realmente en el campo? En una visita a la Universidad Central para Minorías, le pedí al director que me mostrara los peores dormitorios del campus. Él me aconsejó no ir, porque los caminos eran malos y estaban encharcados, pero insistí, y al llegar, lo que vi fue un conjunto miserable de casas improvisadas, con techos cubiertos con papel alquitranado y sujetados con ladrillos. No había ningún tipo de drenaje, de modo que la lluvia había formado grandes charcos por todos lados: teníamos que ir caminando entre piedras que sobresalían entre el lodo. Había sesenta y seis familias viviendo en este lugar: obreros, conferencistas y profesores asociados. Uno de los oficiales que me acompañaba me dijo que estas familias incluso eran afortunadas de tener un techo sobre su cabeza, porque había otras que ni eso tenían. La vista de tan desdichadas circunstancias fue en extremo perturbador, y al regresar luego a mi oficina contacté a los departamentos responsables de las viviendas universitarias para encontrar alternativas para estas 66 familias en primera instancia. 

La escasez generalizada de vivienda para el cuerpo docente era un problema que afectaba la estabilidad de toda la profesión, y teníamos que hacer algo para resolverlo sin dilación. Si la educación no puede sobrevivir sin maestros, y estos necesitan tener resueltas sus necesidades básicas para poder dedicarse sin angustia a la enseñanza, es vital proveerlos con esta estabilidad fundamental en sus vidas. Mi trabajo como ‘intendente’ empezó precisamente haciendo frente a este problema básico.


1.4        Persuadir a los dirigentes de gastar más en educación, y a los operativos de promover cambios

¿Cómo fue posible resolver estos problemas aparentemente intratables, y hacer que la educación avanzara más rápidamente a partir de ahí?

Para empezar, toda la gente involucrada necesitaba tener una mejor comprensión del problema. Si el problema se entiende de forma superficial, nada puede hacerse; tanto el gobierno central como los gobiernos locales deben comprender la importancia estratégica de le educación y asignarle la debida prioridad. Los ideales se convierten en palabras huecas si lo único que se hace es asentir de dientes para afuera. ‘Querer que el caballo galope sin darle de comer’ era una idea igualmente inalcanzable en ese momento, y desde luego todo aumento en los presupuestos debía venir de los diferentes niveles de gobierno. Por eso cada vez que hablábamos con oficiales de cualquier tipo, acerca de la importancia de la educación, la discusión iba acompañada de la parte económica y de los asuntos particulares de mejorar la infraestructura y asegurar la paga oportuna de los maestros.
Pero simplemente gastar más sin reformar el sistema sería un desperdicio de dinero. La gente en las trincheras –directores y maestros– estaban tan acostumbrados a la escasez que naturalmente pensaban que el gobierno simplemente debería dar más recursos para acelerar el desarrollo, pero no es bueno estar siempre a la expectativa de las autoridades para resolver los problemas.  La actitud correcta es cambiar las cosas y tratar nuevas ideas: ejemplos abundan de escuelas que implementaron cambios radicales y mejoraron con rapidez, invirtiendo muy poco dinero extra. Mi manera de trabajar en el día a día incluía la doble tarea de persuadir a los dirigentes de gastar más, mientras que alentaba a la gente operativa de promover nuevas formas de hacer las cosas.

En junio 17 de 1994, en la clausura de la Conferencia Nacional de Educación, hice un llamado para que los diferentes departamentos relevantes del Consejo Estatal se coordinaran para realizar las tareas que la reforma educativa propuesta por el Primer Ministro Li Peng demandaba: la reforma hablaba específicamente de aumentar el gasto en los diferentes niveles de gobierno para llegar a las metas impuestas por proyectos locales. En mi discurso dije, “Tenemos un país en vías de desarrollo con casi 1,300 millones de habitantes. Tenemos una economía atrasada, pero debemos administrar el sistema educativo más grande del mundo. A como está nuestra situación, nuestros recursos no van a poder alcanzar los ideales de gasto educativo por un largo tiempo, de modo que tenemos que partir de esta realidad objetiva y lograr una mejor eficiencia. No tenemos otra opción más que la reforma profunda del sistema”. Esto quiere decir, que es cierto que tenemos que aumentar el gasto en la medida de las posibilidades y enfrentar problemas específicos, pero la mayor importancia recae en el desarrollo a través del cambio y no de la inversión. La magnitud de nuestros problemas requería en efecto de un compromiso absoluto para con el cambio al sistema.

Mi puesto anterior, como Ministro de Relaciones Económicas y Comercio Internacional, me había enseñado que reformando los sistemas anquilosados, se pueden obtener beneficios económicos tremendos, y que sin cambios profundos en los sistemas, no podíamos hacer que China avanzase. Aunque no estaba familiarizado con el funcionamiento del sistema educativo, estaba convencido de que esa era una verdad universal y que el cambio con reflexión da resultados positivos en cualquier ámbito. El cambio, estaba convencido, era la única salida para nuestra educación; después de todo, fue la política reformista de Apertura la que abrió el camino a la modernización, y en ese momento, me sentí afortunado de ser parte de esta causa inaugurada por Deng Xiaoping, y en este periodo tan importante de transición hacia la renovación que tanta falta le hacía a nuestro país.


1.5        Reforma:  una palabra por la que vivo

Es interesante que se autoproclame un reformador nato. ¿Podría ahondar en este tema, acerca de sus experiencias específicas en la educación y su confianza en los cambios?

Tengo una confianza completa en las reformas, pues me he involucrado en procesos de cambios estructurales desde que empecé a trabajar. En 1978, fui parte del equipo responsable de crear la primera Planta de Vehículos Pesados, también llamada Tercera Región Automotriz.  Las autoridades del gobierno central habían decidido construir esta planta con tecnología extranjera, lo que despertó gran interés en varios fabricantes internacionales. Durante un periodo de negociaciones en octubre de ese año, Thomas A. Murphy, el CEO de General Motors, preguntó, “¿Por qué ustedes hablan solamente de importar tecnología, y no de crear joint ventures?” Yo conocía estas dos palabras inglesas, sabía que ‘joint’ significa ‘junto’, y que ‘venture’ implica ‘riesgo’, pero no estaba seguro del significado de la expresión conjunta. Murphy me explicó que esas dos palabras significaban ‘capital conjunto’, o lo que más tarde llegamos a conocer como ‘joint venture con inversión china y extranjera’. Aquellos eran los principios de las reformas y la política de apertura en China, y muchos no estábamos familiarizados con estos conceptos. Para ilustrar el punto, Murphy sacó su billetera y me pidió sacar la mía también. Poniéndolas juntas, dijo, “Así, está junto nuestro dinero en una joint venture. Lo invertimos juntos y compartimos las pérdidas y las ganancias.” Luego, les indicó a sus expertos que organizaran algunos seminarios para explicarnos este y otros conceptos de negocios. Los reportes que hicimos de las pláticas que llevamos a cabo con General Motors, y que enviamos al Ministerio de Tecnologías del Consejo Estatal, pronto llamaron la atención en Beijing. El viceministro Gu Mu dio instrucciones de que el reporte se enviara a los niveles más altos del gobierno, y pronto todos los ministros del gobierno central, incluido Deng Xiaoping, respaldaron la idea de crear una joint venture con la empresa. Al final, ese proyecto en particular no fructificó por objeciones puestas por General Motors, pero nos quedamos agradecidos con ellos por haber exportado hacia China este concepto.

Más tarde, participé en el grupo que hizo el borrador de la Ley de Joint Ventures con Capital Chino y Extranjero, y entre los primeros proyectos que despegaron gracias a estas nuevas regulaciones se puede mencionar a Elevadores Schindler, Vinos Dynasty, Shampoo Wella y Automotriz Shanghai-Volkswagen. Este hito marcó el inicio de la era de las joint ventures en China.

A finales de 1979 se estableció la Comisión Administrativa de Inversiones Extranjeras (CAIE), liderada por Gu Mu y Jiang Zemin. Aprovechando los lineamientos establecidos por Deng Xiaoping para el desarrollo de zonas económicas especiales (ZEEs), Jiang Zemin organizó una delegación de reconocimiento para analizar casos de éxito en el extranjero. Al regresar de esa gira, reportó sus descubrimientos y propuso estrategias que con el tiempo serían la base para la creación de la ciudad de Shenzhen y tres otras ZEEs, un paso que fue instrumental para elevar las políticas de reforma chinas a nuevas alturas.

Al poco tiempo de haber sido creada, fui transferido a la CAIE, al frente de las relaciones con el Banco Mundial (BM) y los programas de préstamos internacionales. Por mucho tiempo, China se había jactado de ser un país libre de deuda externa e interna, y había rechazado establecer relaciones con el BM y otras entidades financieras internacionales. Desde mucho antes que China empezara su programa de reformas, países como India y Pakistán ya habían empezado a recibir grandes cantidades de dinero en préstamos sin intereses de estas instituciones financieras, las cuales jugaron un papel importante en sus respectivos programas de desarrollo. El gobierno central chino, después de un largo proceso de análisis, tomó la acertada decisión de contactar al BM y establecer relaciones oficiales de cooperación financiera con varios gobiernos extranjeros. La CAIE tenía el poder de negociar con estas instituciones, y el primer paquete de acuerdos que firmó con el BM fueron préstamos sin intereses para el desarrollo de la educación y la agricultura. También se firmó el primer acuerdo de un préstamo preferencial con el Fondo de Cooperación Económica Internacional del gobierno japonés, para la construcción y desarrollo de puertos. Personalmente, fui incluido en dos viajes a Italia liderados por Zhu Rongji, donde nuestra delegación negoció el primer acuerdo binacional para el otorgamiento de créditos preferenciales. Desde entonces este tipo de préstamos han tenido un impacto positivo, jugando un rol importante en el desarrollo de la educación, la infraestructura y la transformación tecnológica de las empresas chinas.

A principios de 1982 el Consejo Estatal estableció el Ministerio de Relaciones y Comercio Internacional, reagrupando en él a varios secretarías y comisiones preexistentes. En este nuevo ministerio, fui designado director de administración de inversiones extranjeras. En aquel entonces, Shenzhen y las otras ZEEs estaban aún en su infancia, pero ya se perfilaban como ejemplos del potencial de las políticas de apertura económica. Nuestra sociedad había estado aislada del mundo por tanto tiempo que muchos se negaban a aceptar la idea de las ZEEs, y algunos llegaban a decir cosas como que “las ZEEs son ideas completamente capitalistas, lo único no capitalista es la bandera china puesta sobre ellas.” Desde luego, los que de hecho estábamos inmersos en el desarrollo de estos proyectos no pensábamos así, pero esto da una idea de la resistencia que encontrábamos.

En 1983 visité la ZEE de Shenzhen y organicé varias reuniones para enterarme de cómo progresaba el proyecto. Me admiré al saber cómo los constructores estaban superando día a día grandes obstáculos y resistencias tanto humanas como del proceso mismo de construcción, haciendo esfuerzos heroicos por llevar a buen puerto esta novel idea de absorber capital extranjero y ponerlo a buen uso, mientras que al mismo tiempo trataban de promover la ética socialista propia de nuestro sistema de gobierno. En aquellos años, la construcción de edificios era un asunto interminable: las obras se alargaban sin saber a ciencia cierta cuándo podrían terminarse, y el espectáculo de cientos de edificios a medio acabar afeaba el paisaje urbano por todo el país. Pero en Shenzhen, estas obras dejadas a medias no se veían: aquí la construcción avanzaba a una compulsiva ‘velocidad de Shenzhen’. Sentí que la gente a cargo de este proyecto estaba poniendo en su trabajo un fervor equiparable a los famosos ‘156 proyectos’ que sentaron en décadas anteriores las bases de la primera industrialización de la Nueva China. Inspirado por lo que vi, escribí un reporte que envié al gobierno central ese mismo día. El reporte despertó interés en a capital y de inmediato despacharon un equipo de la Oficina Central de Investigación de Políticas Públicas para recolectar más información relativa al potencial de las ZEEs.

En abril de 1984 el Consejo Estatal resolvió, con la información recabada el año anterior, abrir nada menos que 14 ZEEs adicionales en ciudades costeras, incluyendo la ciudad de Tianjin, donde se me había designado como vicealcalde. Ahí, trabajé bajo la batuta del alcalde Li Ruihuan para establecer la Zona de Desarrollo Tecnológico y Económico de Tianjin, donde parte de mi trabajo era reformar la autoridad portuaria y ponerla directamente bajo la dirección del gobierno local, un cambio que rápidamente se vio reflejado en menos contenedores apilados y barcos detenidos por culpa de la lenta burocracia central. Con este sencillo paso se pudo acelerar la construcción de la infraestructura en el puerto y se tomó nota para el desarrollo de los puertos en otras partes del país.

A finales de 1986 regresé al Ministerio de Relaciones y Comercio Internacional (MRCI), a cargo de la reforma de procesos para el comercio. En ese momento, el ministerio tenía 14 diferentes corporaciones que monopolizaban todo el comercio internacional, y este cártel monopólico desalentaba toda iniciativa y competencia. Viendo esto, para 1988 decidimos cortar las relaciones entre la oficina central y sus subsidiarias y gradualmente descentralizar la autoridad para iniciar relaciones comerciales con otros países. Luego fuimos aún más lejos, cortando las relaciones de la oficina central con nuestro ministerio, y poniéndola bajo la tutela directa del Ministerio de Finanzas.

Se nos ocurrió también que los institutos de investigación podían ayudarnos en el desarrollo de políticas públicas, y tomar peso como actores importantes. Estos institutos no solamente contribuían con ideas, sino que muchos de sus maestros habían trabajado en el extranjero, estaban familiarizados con sus prácticas y hablaban varios idiomas. Hice una propuesta en este sentido a la Comisión de Ciencia y Tecnología (CCT), que fue apoyada por el ministro Song Jian. En poco tiempo organizamos una reunión masiva, donde anunciamos que otorgaríamos nada menos que a 100 institutos de investigación, la autoridad para realizar actividades de comercio internacional.

Algunos altos oficiales tenían muchas reservas acerca de estas medidas, pero al final fueron los hechos los que hablaron. Los cambios quitaron muchas de las restricciones existentes para el comercio internacional, dando aliento a la iniciativa privada por todo China, y permitiendo que muchas oficinas que antes estaban bajo el control del MRCI florecieran por sus propios esfuerzos. Con perspectiva, estas acciones parecen obvias y sencillas, pero en aquel tiempo había una gran reticencia para aceptarlas.

La idea de reformar procesos se grabó en mi mente por décadas de experiencia práctica. Sin reformas, no hubiese habido apertura, ni desarrollo acelerado, ni prosperidad, y ciertamente no tendríamos lo que hoy tenemos. Pero el lograr reformas y llevarlas a cabo es un proceso arduo y de gran calado: significa romper moldes de pensamiento, deshacer sistemas administrativos obsoletos e intereses velados, reconciliar conflictos entre lo particular y lo general, y entre consideraciones urgentes y de largo plazo. Pero aún con todas estas dificultades, no hay más camino que reformar. Por supuesto, durante el proceso hay que hacer ajustes para balancear cambios, estabilidad y desarrollo. Por más de 20 años he trabajado en distintas reformas estructurales, pensando en que podrían contribuir a una China más abierta y mejor. El pensamiento reformista se ha hecho parte de mi actuar profesional, de modo que cuando finalmente fui puesto a cargo de la educación, naturalmente pensé en la reforma del sistema como la manera de mejorarlo.


1.6        Rejuveneciendo el país: Ciencia y Educación

Al asumir el puesto ¿cómo hizo para que a la educación se le diera el más alto estatus de prioridad, y cómo empezó la implementación del slogan de ‘Renovación por la Ciencia’?

Lo primero era lograr que todo el país en su conjunto pusiera un alto valor en la educación, y que todos los altos oficiales aceptaran la idea de su importancia como motor de la renovación del país. Como ya dijimos, en 1993 se promulgó el Programa para la Reforma y Desarrollo de la Educación, que subrayaba la importancia de la educación como fundamento de la modernización. En junio de 1994, durante la Segunda Conferencia Nacional de Educación, el gobierno central formuló las Propuestas para la Implementación del Programa de Reforma Educativa, y en mayo de 1995 se anunció que esta estrategia se adoptaría como eje toral de la renovación. Esta serie de políticas públicas fue básica para poner a la educación en primer plano y promover su mejora.

En la misma Segunda Conferencia Nacional, se llevaron a cabo sesiones de trabajo para los líderes regionales y líderes de departamentos, para estudiar las bases de las políticas públicas, recordándoles la idea de Deng Xiaoping de que “un líder que descuida la educación no tiene visión ni madurez, y no es apto para estar a cargo del proceso de modernización. Debemos promover la educación por todo medio posible, aunque esto signifique ir más lento en otras áreas. No importa qué tan pobres seamos, tenemos que tener recursos para educar.” Durante las conferencias también se hacía hincapié en la famosa imagen de Deng, de convertirnos en ‘intendentes’ del país. En su discurso, Jiang Zemin apuntó que “es crucial que nuestro desarrollo económico se base en el avance de la ciencia y la tecnología, y en una mano de obra educada y calificada. Es crucial que la educación sea la base del elevamiento cultural, científico y del carácter de nuestra nación.” En mi propia intervención, propuse que, en vez de organizar eventos para hablar de lo acontecido en la reunión, los delegados debían primero analizar y cambiar sus propias formas de trabajar. Que los delegados debían primero pensar cómo poner a trabajar en sus localidades estas ideas que habían recién escuchado, y entonces decidir las primeras líneas de acción con sus colegas. Les dije que esto era mejor que la forma tradicional, de simplemente llegar a sus pueblos y discutir de lo discutido.

Lo primero que me puse a hacer fue tomar el Programa para la Reforma, y poner a todo mundo a estudiarlo, y a pensar en medidas específicas que se pudieran implementar. Consciente de la importancia de los medios, llamé a conferencias de prensa para hablar del sentido del Programa, de su importancia y de las acciones a tomar para llevarlo a la práctica. Estas conferencias tenían como objeto lograr el apoyo y la colaboración activa de la prensa.

Tras la promulgación de la Ley de Educación de 1995, me puse a escribirle a los líderes provinciales y de las municipalidades, urgiéndolos a que cada quien escribiera un artículo en periódicos locales para dar a conocer sus propias opiniones de la Ley y sus propuestas para implementar acciones concretas. En la misma carta, les pedí que hablaran con los oficiales de las ciudades, prefecturas y distritos bajo su responsabilidad, para que también tomaran la iniciativa de publicitar estas ideas y sus posibles aplicaciones. En poco tiempo, treinta y nueve líderes regionales escribieron artículos, que fueron luego recogidos y publicados en el volumen Fundamentos para la Renovación Nacional, un libro que se distribuyó a nivel nacional. Yo personalmente escribí el prefacio del libro, y convencí a los principales medios – la Agencia de Noticias Xinhua, el Diario del Pueblo, y China Central Television (CCTV) – de entrevistar a los autores. 

El uso de la ciencia y la educación como base de la renovación de un país es realmente una política de trascendencia. A medida que más y más oficiales locales empezaron a comprender y aceptar su importancia, y a hacer sus propias sugerencias de implementación, las cosas empezaron a tomar velocidad en muchos lugares. A principios de los 90s, cuando la Provincia de Cantón actuó en base a la propuesta de Deng Xiaoping de acelerar el paso y alcanzar a los ‘Cuatro Tigres Asiáticos’ (Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur), le sugerí al entonces gobernador Xie Fei que comenzara con la capacitación de profesionales altamente calificados. Primero que nada, le dije, hay que saber el número exacto de estudiantes en primaria, secundaria, preparatoria y universidad, y el número de alumnos cursando maestrías, doctorados y estudios postdoctorales. ¿Cuál era la proporción de cada uno de ellos respecto a la población, cómo estaban desempeñándose en las evaluaciones y cómo se comparaban con los resultados de los estudiantes de los ‘Cuatro Tigres’?  Una vez sabiendo esto, ¿cuáles eran las acciones a tomar para que nuestros alumnos alcanzaran el desempeño de sus contrapartes, tanto en términos de número como de resultados? Un sistema desarrollado, que forme talentos, es la condición esencial sin la cual el pretender alcanzar a los otros países no tiene sentido alguno. Cantón ha hecho esfuerzos tremendos en los últimos diez años para elevar la inversión en todos los niveles de la educación, y este acto ha sido fundamental en su desarrollo sin precedentes, que ha creado una economía realmente robusta. Las provincias de Shanghai, Zhejiang y Jiangsu han seguido sus pasos, con resultados igualmente impresionantes.


1.7        Construcción de un marco legal para la Educación

Siempre subraya la importancia del papel de la ley en el campo educativo, y realmente se ha avanzado en la última década, con un cuerpo coherente de leyes y reglamentos. ¿Podría comentar acerca del desarrollo de estas leyes?

La estrategia de renovación necesita desde luego de políticas públicas coherentes y un marco legal que las soporte. Gracias a los esfuerzos de los últimos 20 años y de la última década en particular, el marco legal educativo fue desarrollado y cristalizado. Esto incluye el Reglamento de Grados Académicos de 1980, la Ley de Educación Obligatoria de 1986, la Ley de los Maestros de 1993, la Ley General de Educación de 1995, la Ley de Educación Vocacional de 1996, la Ley de Educación Superior de 1998, la Ley de la Lengua Común de 2000, y la Ley de Promoción de la Educación Privada de 2002. 

Además de estas leyes, también se promulgaron una docena de reglamentaciones relacionadas, como las Regulaciones y Procesos para la Eliminación del Analfabetismo, el Reglamento para Preescolar, los Reglamentos para la Educación de Gente con Discapacidades, el Reglamento para la Evaluación de Maestros, el Reglamento para Escuelas Comunales, y el Reglamento para Escuelas de Cooperación China y Extranjera

El Ministerio de Educación ha promulgado alrededor de 200 reglamentos para departamentos para casi todos los aspectos de la educación, y hay además alrededor de 150 reglamentos locales, de modo que todos los campos tienen sus propias leyes que los respaldan. Este cambio fundamental en el ámbito educativo es crucial para implementar las ideas generales de desarrollo.

Ahora que tenemos una legislación sólida con la cual trabajar, debemos asegurarnos de que tales leyes son seguidas y aplicadas, y de que aquéllos que las rompan son sancionados sin demora. Con frecuencia escucho a la gente decir que las leyes relacionadas con la educación son ‘suaves’. Pero para mí, el que las leyes sean ‘suaves’ o ‘duras’ no lo determina la ley misma, sino qué tan bien son aplicadas. Si no se respetan, serán ‘suaves’, sin importar qué tan ‘duros’ parezcan sus términos. Las leyes juegan un papel importantísimo en nuestro trabajo. Por ejemplo: la Ley de Educación Obligatoria provee principios bastante generales, pero gracias a la aplicación y reglamentación que de ella han hecho los gobiernos locales, hemos podido llegar al objetivo que nos propusimos de aplicación prácticamente universal. Al ir ajustando y afinando el sistema legal, podemos enfocarnos más en la concientización y en la supervisión de cómo es aplicado.

El publicitar toda esta información también es vital. En los últimos diez años nos hemos concentrado en tres aspectos: primero, cada vez que se ha promulgado una ley, esta ha sido acompañada de campañas de concientización masiva, dirigidas tanto a funcionarios como al público en general, como fue el caso de la Ley General de Educación, que contó con una campaña en gran escala para crear conciencia pública de sus alcances. 

Segundo, hemos conminado tanto a administradores como directores de todo tipo de escuelas, a estudiar las leyes que son promulgadas, de modo que las entiendan y tomen la iniciativa para llevarlas a la práctica. Este tipo de ‘educación legal’ nos ha ayudado mucho en el proceso de capacitación y evaluación de administradores, directores y maestros, concientizándolos y por lo tanto haciendo que se apeguen a los principios y reglas de tales leyes. 

En tercer lugar, hemos dado a los estudiantes mismos, información sobre el sistema legal que los ampara. El material didáctico se ha actualizado para incluir datos relevantes, acorde al nivel de primaria, secundaria y preparatoria. De esta manera, las clases de educación cívica incluyen ahora ética, política y leyes. Al inaugurarse el siglo XXI, el Ministerio de Educación revisó la experiencia de los anteriores tres Planes Quinquenales de Desarrollo (1986-1990, 1991-1995, 1996-2000), para incorporar el conocimiento de las leyes como punto principal en el siguiente Plan (2001-2005). Los Ministerios de Educación y de Justicia, en colaboración con otros dos departamentos, publicaron las Propuestas para Mejorar la Educación Legal en los Estudiantes. Esto es parte de un esfuerzo general para mantener a los oficiales, maestros, alumnos y el público en general, mejor informados acerca del marco legal educativo, y para darles mejores nociones de las leyes en general.

La aplicación y supervisión de las leyes y el proceso legal son fundamentales para hacer que este marco legal funcione. En años recientes, el Parlamento del Congreso Nacional, y el Comité de Educación, Ciencia, Cultura y Salud Pública han llevado a cabo seis revisiones de la aplicación de la Ley de Educación Obligatoria, la Ley General de Educación, la Ley de los Maestros y de la Ley de Educación Vocacional. El Consejo Estatal ha llevado a cabo revisiones semejantes en varias provincias, regiones autónomas y municipalidades, y los departamentos estatales han organizado viajes de inspección para evaluar la implementación de los Dos Pilares de la Reforma (9 años obligatorios, y erradicación del analfabetismo en los jóvenes), así como de las prácticas de cobro de colegiaturas, salarios de maestros y otros asuntos de interés público. Los congresos locales, como parte de sus funciones de supervisión, también han hecho su trabajo de presionar a sus gobiernos para que implementen las leyes.

En este tema de las reformas, debemos ser vigilantes en la aplicación de las leyes, adhiriéndonos a su espíritu y a la orientación de beneficio social de nuestro sistema. No podemos nunca dejar de mejorar en cada escuela, en todo nivel, y en los sistemas de evaluaciones, certificaciones y grados académicos, además del sistema administrativo en general y en la idea de educación como estrategia. Las entidades que forman parte del sistema educativo deben regularse para garantizar el acceso generalizado de los alumnos y el nivel de vida de los maestros. Para que todo esto sea posible, necesitamos un ambiente legal favorable y que dé certezas a todas las partes.

Aún nos falta mucho para reforzar nuestro sistema legal. La educación está ahora en una nueva fase de desarrollo, y las leyes deben ajustarse para reflejarlo. Las leyes generales y de obligatoriedad de la educación, deben ser revisadas para que se compaginen con las reformas que se han hecho en el sistema tributario en áreas rurales. 

Desafortunadamente, no es raro ver que en algunos lugares las leyes no son aplicadas y que quienes las violan escapan a la justicia. Es por esto que aún debemos trabajar extensivamente en el mejoramiento de nuestro aparato legal para elevar los estándares del proceso y disminuir la evasión de responsabilidades, y para esto la prioridad de las leyes y su aplicación en el campo educativo deben mantenerse en lo más alto de la agenda nacional. Sólo así podemos realmente esperar que la educación y la ciencia permeen la sociedad y cumplan el objetivo que les hemos fijado.


1.8        Rescatar la tradición y actualizarse en base a la modernidad

En cualquier lugar, siempre es necesario continuar con lo que funciona además de desarrollar nuevas ideas. ¿Cuáles son sus comentarios respecto a estas dos caras del progreso desde la fundación de la R.P. China?

Cierto, he podido ver el proceso de crecimiento del sistema educativo desde la fundación (1949). El periodo durante el cual este proceso sufrió daños severos fue durante la Revolución Cultural (1966-1976), pero fuera de esto, ha sido tremendamente exitoso, y debo decir que es algo sorprendente ya que organizar un sistema educativo de tales dimensiones no es poca cosa, y en especial para un país que empezó en una situación tan pobre como China.

En un discurso que di el 8 de mayo de 1993 en el Ministerio de Educación, mencioné que “nuestro sistema ha recibido el reconocimiento del público por los logros que ha hecho desde 1985, y hemos elevado el nivel educativo gracias a los esfuerzos conjuntos del gobierno central, los gobiernos locales y el personal docente de todo el país. Nuestro trabajo ahora pasa a un nuevo nivel, que es mejorar sobre estas primeras bases.” Debemos reconocer el trabajo duro y los buenos resultados del pasado, pero además hay que aprovechar esos logros y afrontar problemas que en esas circunstancias anteriores permanecían siendo insolubles. Además, hay que encontrar solución a nuevos problemas que han surgido de las nuevas situaciones, en específico las creadas por nuestra nueva economía mixta. Esta es la responsabilidad que nos asigna nuestro gobierno, y es lo que el público espera de nosotros.

Este ‘tomar las bases y edificar sobre ellas’ fue un pensamiento que se desarrolló en mi mente mientras trabajaba en el ámbito del comercio internacional, y no fue diferente al tratarse de educación. Al analizar los resultados que habíamos tenido en el pasado, en particular la reorganización de las universidades con el sistema soviético en los 50s, vi que los logros habían sido enormes. Sin embargo, ahora había la necesidad de reformar completamente ese sistema, que ya no podía funcionar.  No debemos dejar de lado los éxitos de entonces, porque fueron ganados con mucho esfuerzo y en las circunstancias que prevalecían en esos momentos, y argumentar sobre esto tiene poco sentido. Algunos pensaban: si los éxitos fueron tantos, ¿para qué tanta reforma? Pero nuestro sistema se halla en un periodo de transición, de la economía centralmente planeada, hacia una ‘economía mixta’, que incluye elementos socialistas y de mercado, de modo que todas las partes de la sociedad deben cambiar y adaptarse a la nueva realidad, y esto es especialmente cierto para la educación. La vieja economía y la vieja tecnología no pueden llevar el paso de las nuevas realidades, y la razón de ser de la reforma de la educación es el preparar a nuestra gente para afrontar las exigencias de un mundo nuevo.


1.9        De Responsabilidad a Devoción

¿Qué piensa de haber sido designado Ministro de Educación para un segundo periodo a partir de 1998?

Cuando empezó mi segundo periodo, el Primer Ministro Zhu Rongji me consultó acerca de la asignación de responsabilidades en el Consejo Estatal. Le contesté que me gustaría continuar con mi labor en educación, pero siendo un ministro de alto nivel, estaba de acuerdo en aceptar un rol en otras áreas. De modo que me asignó además tareas de supervisión en Ciencia y Tecnología, Cultura y Salud Pública, Medios y Publicaciones, y Asuntos de Personas de la Tercera Edad. Como dije, en 1993 cuando Li Peng me ofreció estar al frente de Educación por primera vez, me sentí muy preocupado, pero para 1998 quería continuar ahí. ¿A qué se debió este cambio?

En primera instancia, mis cinco años al frente del ministerio me habían abierto los ojos a la importancia de la educación en toda su magnitud, tanto en la teoría como en la práctica. Había llegado a sentirme cómodo en el campo de la educación y más importante aún, había llegado a consensos con mis colegas en varios asuntos vitales para el ramo. Me gustaba trabajar con ellos. En otras palabras, había llegado a tener lazos sentimentales con mi trabajo. Creo –y siempre lo repito– que para poder hacer algo de valor hay que ser un apasionado de lo que se hace. 

Además de esto, al llegar a los albores del siglo XXI, veía que empezábamos a tener bases sólidas para nuestra causa, habiendo cumplido con muchos de nuestros objetivos fijados. Y finalmente, Zhu Rongji había propuesto que la nueva misión del gobierno debía ser enfocarse de lleno en la tarea de renovación. Como yo era aún miembro del Consejo Estatal, naturalmente quería mantener continuidad en mi trabajo y ver que lo que había empezado avanzara lo más posible. 

Durante los diez años en el puesto he desarrollado un profundo lazo de afecto con el trabajo educativo. Toda mi vida gravitaba alrededor de él: no sólo mi agenda de trabajo diaria, sino mis escritos y mis estudios, los seminarios que organizaba, los viajes que hacía. Visité incontables jardines de niños, primarias y secundarias, universidades y escuelas vocacionales, conocí a cientos de maestros. Ahora estoy retirado pero las memorias siguen frescas, porque mi amor por la educación las mantiene ahí. Y es esta una de las principales razones por las que ahora estoy haciendo estas entrevistas.


2 comentarios:

  1. Excelente material que deja ver la importancia de la planeacion a largo plazo en una de las areas fundamentales para sostener el desarrollo de un pais.

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  2. Parodiando a mi presidente, como anillo al dedo tu artículo

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