Se los voy a decir
sin rodeos: soy pesimista.
No en general. En
general me considero lo contrario, una persona optimista y que ve las
oportunidades de las situaciones. Pero en cuanto a la marcha del 1 de diciembre,
soy pesimista. Les digo por qué.
No hay un mensaje
articulado. El mensaje es meramente negativo, lo
cual por sí solo no es malo pero no hay nada más allá de eso. Decir “estamos
hasta la madre”, otra vez, no creo que funcione. La marcha más grande de
la historia, la Marcha Por La Paz de 2004, también ante la misma persona, fue
sumariamente desestimada con un “son pirrurris” y estoy seguro que pasará
exactamente lo mismo esta vez. El “si no pueden, renuncien” fue en 2008 y
tampoco pasó nada a pesar del impacto mediático que tuvo. El simple mensaje de
hartazgo no basta: en este año se han realizado varias manifestaciones, algunas
violentas, para atraer la atención sobre varios temas como la violencia de
género; pero vivimos en un alud tal de manifestaciones, gritos y ruido en
general, que no veo cómo, a menos que la marcha sea espectacularmente
concurrida, ésta pueda ser diferente. Pero esta marcha no tiene un mensaje claro
y articulado, y sobre todo:
No hay una voz que dé
el mensaje. La oposición está tristemente disminuida
y peor aún, muy fragmentada. No hay ni remotamente un líder que cohesione el
descontento, como lo pudo hacer el ahora presidente en su momento: ese fue su
fuerte. Hoy mismo lo que se necesita, además de un mensaje coherente y
articulado, es la voz de un líder que le dé cara y forma. Esa persona no existe
el día de hoy y no se ve quién pueda serlo de aquí a 2021. Pero lo peor de todo
es que:
Puede desanimar más
aún a la gente. No hay un plan de
seguimiento, hasta donde yo veo. El mensaje es de hartazgo y quien lo quiere
hacer visible es una masa amorfa de gente. Vale. Pero seamos claros: la gente
que se está organizando para la marcha no forma un bloque que incluya a todos
los actores y todos los estratos sociales. Ni de lejos. Para que tenga algo
de impacto, la marcha tendría que ser, como ya dije, increíblemente concurrida:
más que la de 2004 por lo menos. Idealmente, de ahí deberían salir dos ó tres
figuras que se pongan de acuerdo y tomen la bandera para machacar con un
mensaje de aquí a 2021. No se ve que haya preparación para eso. Lo peor que
podría pasar es que la marcha no reúna a cientos de miles de personas y que sea
desestimada de nuevo. ¿Qué pasaría? Que la gente se desilusione aún más con la
crónica falta de solidaridad que tenemos en México, que crezca la apatía, y que
una vez llegado 2021, claudiquen de su participación.
Lo que me da miedo de
esta marcha es que es prematura. No hay un plan y, si no es gigantescamente
exitosa, puede enfriar los ánimos más que galvanizarlos. En suma, puede ser un
cartucho muy valioso, quemado antes de tiempo.
Con todo esto, de ninguna
manera pienso que no se deba marchar. Algo hay que hacer, desde luego. Así que,
¡suerte a todos este 1 de diciembre y un abrazo desde el otro lado del mundo!