No bueno. Por favor.
Vivimos en superlativo. Quien no está de acuerdo con mi opinión es
directamente un traidor a la patria; cualquier acto de violencia es un
genocidio; cualquier fulano es Hitler.
¿Qué palabras usaremos cuando realmente tengamos que describir un
genocidio, o a un dictador? En Armenia, en Ruanda y en Kosovo hubo genocidios.
Es una palabra infame que describe un acto infame, y que no debe usarse con ligereza.
Kim Jong-il fue un dictador, como lo es su hijo Kim Jong-un, en Corea del
Norte. Como Stalin. Como Idi Amin. En México no hemos tenido nada ni
remotamente aproximándose a esos niveles; Porfirio Díaz fue un dictador más
bien benévolo, y si nos apuramos, Plutarco Elías Calles.
Las discusiones a las que nos hemos acostumbrado son cada vez más faltas
de marcos de referencia. Son las discusiones virtuales, donde podemos escupir
cualquier tontería que seguramente no diríamos frente a un interlocutor físico,
que quizá nos podría callar la boca. Pero en internet somos libres como palomas
que no saben argumentar, sólo gritar.
Ya en 1990, cuando el internet no existía como lo conocemos sino sólo en
la forma de Usenet, una red muy limitada con algunos miles de usuarios, Mike
Godwin proclamó su famosa Ley de Godwin, que dice que a medida que avanza
cualquier discusión virtual, la probabilidad de que alguien compare a algo con
Hitler y los nazis se acerca más y más al 100%.
Y todavía eso no es nada nuevo, sino una extensión de la frase “Reductio
ad Hitlerum”, que juega con la falacia clásica del Reductio ad absurdum. La
reducción al absurdo es una forma de argumentación donde una premisa se lleva
hasta sus últimas conclusiones lógicas, y si vemos que la conclusión es
absurda, eso indica que la premisa inicial era equivocada. Esta es una forma de
argumentación válida y muy poderosa y se ha usado desde los griegos para
resolver problemas lógicos y matemáticos.
La frase “Reductio ad Hitlerum” fue inventada en 1951 —tan sólo seis
años después de Hitler— por el filósofo Leo Strauss, para indicar jocosamente
una falacia de argumentación: que cuando se acaban las razones válidas en una
discusión —acerca de política sobre todo— alguien terminará comparando la cosa
que está criticando con las acciones del gobierno nazi, que es la encarnación
del mal por excelencia en nuestro imaginario moderno. Por lo menos podemos ver
que no es invento mexicano, porque el ser exagerado es bastante humano.
Aquí hay otra perla de esas que se exacerban durante época de
elecciones:
¡Vendepatriaaaas!
Realmente es muy poco empático, de parte de alguien que tiene la
posibilidad de estar conectado al internet todo el tiempo, el emitir semejantes
juicios acerca de compatriotas menos afortunados. Es lo mismo que lo de Hitler.
Eso de “traidor a la patria” se puede usar y de hecho es válido usarse con
ciertos personajes históricos excepcionales. Pero por favor. Una persona de
baja extracción social, sin mayor educación y una pobrísima formación
cívica, a la que se le ofrece un tambo
de plástico ó un aparato doméstico o cualquier otra cosa, ¿debemos decir que desde
su punto de vista, puede remotamente juzgar lo que está haciendo —que es ver
por sí misma en un ambiente muy adverso— como “vender su patria”? ¿O que desde
cualquier marco de referencia externo a esa persona, sea válido juzgarla así? Es
una infamia decir eso.
Seguramente habrá por ahí gente que real, explícitamente no tenga
problemas con vender y traicionar a su patria. Pero eso exige cierto nivel de
conciencia de sus acciones y sus consecuencias. La gran cantidad de gente que
tenemos en nuestro país con una paupérrima formación cívica NO QUIEREN VENDER
SU PATRIA. Ni tampoco Hitler tiene nada qué ver con lo que pasa en México, ni
de lejos.
Haríamos bien en moderar la retórica y dejar las palabras grandes para
las cosas grandes, o nos quedaremos mudos de gritar. Y haríamos mejor en,
calladamente, hacer algo si está en nuestro poder, por mejorar el civismo, la
conciencia política, el deseo de participación en el bien común. Tenemos a
todas las personas a nuestro alrededor para argumentar.
Pero sin reductio ad Hitlerum.
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